Boton TalleresCulturalesNuestra organización nace en los años 70 ante la necesidad de conseguir apoyo para los presos políticos que ya empezaban a ser cada vez más. Los padres, las madres, las parejas, hermanos y hermanas empezamos a reunirnos en distintos espacios en procura de apoyo jurídico para redactar habeas corpus, hacer denuncias públicas y presentaciones ante la justicia.

Luego, las desapariciones, los traslados y las torturas. Empezaron los “operativos ventilador” y las listas en los diarios de quienes decían estar “muertos en enfrentamiento”. Fuimos cambiando las estrategias de funcionamiento según la época que nos tocaba vivir. Las rondas en la Plaza eran un lugar de encuentro pero también de riesgos, madres y padres fueron encarcelados y perseguidos. No obstante se logró la articulación con organismos internacionales, como FE.DE.FAM, y viajes al exterior donde las denuncias fueron registradas.

Fuimos perseguidos y desaparecidos, pero nos fortalecimos a medida que nos encontrábamos con las banderas de nuestros seres queridos: justicia social, solidaridad, compromiso.

Queríamos que el pueblo argentino y el mundo supieran lo que aquí estaba pasando. Por qué se perseguía a las personas, se las encarcelaba, se las torturaba y desaparecían. Queríamos demostrar que el terrorismo de Estado había instalado una lógica de miedo que nunca antes había sido tan cruda, basada en la figura del desaparecido. Y así continuaron años de trabajo y esfuerzo.

Acciones en el tiempo

Ya en democracia acompañamos a la CONADEP donde participamos activamente tomando y registrando miles de denuncias, comprobando la magnitud de lo ocasionado por el terrorismo de Estado.

Nos sobrepusimos a las aberrantes leyes de Obediencia Debida, Punto Final e indulto presidencial. Cada escollo en el camino lo sorteamos con convicción, paciencia y mucho compromiso por la verdad y la justicia.

En los 90 nace H.I.J.O.S (Hijos e Hijas por la Identidad y la Justicia contra el Olvido y el Silencio), una nueva organización surgida de la renovación generacional. Nuestra lucha se impregnó entonces con nueva sangre y crecimos juntos al compás de nuevos ritmos. Fue entonces cuando entramos decididamente en otra etapa: no nos detuvimos ante la aberrante injusticia de las leyes de Obediencia Debida y Punto Final, u los Indultos presidenciales a los genocidas. Nos centramos en la necesidad de generas una condena social masiva, revelando la situación de impunidad y sus consecuencias en la política y la economía del país. Surgen los escraches, que se mantienen como estrategia de denuncia.

Así, a veces las organizaciones solas y otras acompañadas, logramos la anulación de las leyes de impunidad. Celebramos las nuevas conquistas y la entrega de los centros clandestinos de detención y exterminio por parte del Estado y esto fue el impulso que permitió convertirlos en espacios de memoria donde se fue armando el rompecabezas de una historia que permanecía oculta.

Fue entonces cuando empezamos a sostener la posibilidad de juzgar y condenar con las evidencias de los cuerpos recuperados en los enterramientos clandestinos, con la restitución de la identidad de los hijos nacidos en cautiverio. La historia salía a la luz. Se trabajó fuertemente en la sistematización de las denuncias y estas se convirtieron en causas judiciales.

Juicio y Castigo

El desarrollo de los juicios en nuestra provincia fue marcando en estos años un aprendizaje socio-cultural que difícilmente pueda borrarse. La certeza de que la justicia llega a los genocidas que no solo definieron políticas de eliminación física del enemigo, sino también a los civiles y a todos quienes entregaron el país a manos de corporaciones cómplices de las dictaduras.

Esto fue transformando el significado de nuestras demandas. Lo que en un principio fue aparición con vida, juicio y castigo, cárcel común perpetua y efectiva, toma un nuevo empuje en la producción colectiva de las memorias y así vamos por las complicidades que gracias a los testimonios quedan al descubierto. Es así que además de confirmar la falsedad de una guerra (teoría de los dos demonios) que intentaron imprimir en la sociedad, fue dejando un sello identitario en el largo recorrido de esta organización.

Nuestro recorrido ha sido largo, muchos de nosotros han quedado o quedaremos en el camino, pero sabemos que la única posibilidad de que nuestro pueblo reconstruya su pasado es de la mano de la justicia. Han transcurrido más de 30 años, vimos pasar muchos gobiernos, hemos sentido la indiferencia y la impunidad, pero no bajamos los brazos. Nuestros objetivos sigue en alto.